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260. HAIKUS VARIADOS

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la rosa avara
sobre el espejo vive
nadie la mira.


la murga ruge
los negros resucitan
y la traicionan


el aire cálido
se enfurece en la tierra
la flor desmaya


verano de amor
arena, sol y playa
solo recuerdos


un ciego canta
otro toca el violín
nadie los oye


una muchacha
en la estación de trenes
alguien la sueña



Marta Alicia Pereyra Buffaz
Morteros, 28-05-12


261. SÉ QUE NO SOY ATREVIDA

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Encre Marquet (1892) 
Eugène Samuel Grasset (25 may 1845 - 23 oct 1917) fue un artista decorativo suizo que trabajaba en París, Francia en una variedad de campos del diseño creativo durante la Belle Époque . Se le considera un pionero en el estilo Art Nouveau. 



Sé que no soy atrevida
y no se me ocurriría
bailar en el ocaso
ni la luna tocaría,
por si acaso…

Con las nubes
no navegaría
ni en el mundo del payaso
el horizonte pintaría,
por si acaso…

Solo puedo escribir
con mala caligrafía
algunas tonterías.
Y eso me da alegría.






Marta Alicia Pereyra
Morteros, 28-05-12

262. LEYENDA DE LA TIPA (TIPUANA TIPU)

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Tipa Tree (Tipuana tipu)

(Esta leyenda es de mi autoría, no es transcripción de una leyenda ya inventada.)

Los conquistadores y colonizadores españoles orillaron el chaco salteño  (Argentina y Paraguay) y a cada paso se asombraban de la belleza de esas selvas, ríos y del piedemonte de la Cordillera Subandina. Allá por 1580, consideraron que era el paso obligado para ir en búsqueda de nuevos caminos para el transporte de la plata boliviana, encontrar más metales preciosos y abrir nuevas rutas desde Lima hasta Buenos Aires. Estos fragmentos de paraísos donde no faltaba una abundante fauna salvaje estaban habitados por grupos de wichis o apodados despectivamente “matacos” por los quechuas.

Fue en esos días de trajinar lugares exóticos que surgieron historias, crónicas y cartas que anoticiaban de las novedades en estos parajes. Una de esas historias pasó de boca en boca y había comenzado el día en que un joven andaluz llamado Felipe se enamoró de una bella indiecita. La hizo su mujer y convivieron mientras él estuvo por la zona, pero después fue enviado a otros destinos, aunque antes de partir, le enseñó a leer y escribir en castellano. Ella se llamaba Tipuán y se quedó sola con sus dos hijos; lo extrañaron tanto que no dejó de enviarle cartas con cuanto viajero pasaba por esos pagos, también se las envió por medio de aves mensajeras.
Mientras tanto, su esposo seguía explorando nuevos territorios en los que halló otros paraísos donde se dejó seducir por exóticas amantes. También navegó por mares en días de calma o cuando la borrasca amenazaba con enviarlo hasta el fondo marino.

Mucho tiempo después, cuando él descubrió el camino de vuelta a su hogar, casi borrado de su memoria, encontró a Tipuán en aquel familiar paraje de ensueño en singular y misteriosa metamorfosis. Felipe atestiguó con asombro que ella, después de tanto tiempo de angustiosa espera, había comenzado a dilatar sus piernas y pies cuyos dedos enraizaron cerca del arroyo y su precioso cuerpecito fue adquiriendo una áspera esbeltez vegetal. De sus brazos, manos y dedos, que seguían rogando a sus dioses del cielo por el regreso de su amado, fueron brotando ramas que se cubrían de hermosas flores amarillas que empezaron a caer llevadas por la brisa y formaron una alfombra de oro sobre la hierba. Luego se cubrió de verdes hojas y más tarde comenzaron a gotear de su follaje lágrimas y sus semillas aladas se dispersaron por un extenso territorio. Sus hijos no estaban ajenos a esos cambios que veían con sus ojitos incrédulos, y enlazaron la extraña forma maternal que iba cambiando con sus tiernos bracitos. Así también ellos se ponían bajo el influjo inexplicable de su propia metamorfosis: se iban transmutando en enredaderas y epífitas que subían, amorosas, por el tronco áspero del nuevo ser que había aparecido: un árbol que sería denominado “tipa o tipuana tipu”.
El marido, cansado de tantas aventuras y anonadado por el cambio sufrido por su familia, se fue quedando dormido sobre el suave colchón de flores amarillas… Dicen que nunca más se despertó.

Esta historia fue rodando de tribu en tribu hasta llegar a los oídos de los europeos que explicaron el significado de esta metamorfosis, si es que se cuenta lo que ocurrió verdaderamente. La tipa representa a esa indiecita enamorada que permanecerá esperando a su amado y enviándole mensajes (las flores y las semillas encerradas en pequeñas alas) para que vuelva a su lado. Las gotas que caen son las lágrimas por el amor ausente y las enredaderas y epífitas que la visten, son sus hijos amados que la abrazan. Se dice que este árbol, originario de Argentina, Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay, sigue llevando mensajes amorosos a plazas, avenidas y jardines de muchos sitios del mundo y pinta de oro con su manto precioso donde duerme para siempre ese esposo ingrato.


tipa tipuana


Marta Alicia Pereyra
Morteros, 29-11-11

263. BESOS

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Para Vicente Bautista

Tu carita redonda
y tus mejillas de rosa
me tientan, me encantan
y un beso tras otro
te doy sin descanso.
En tu piel, 
mis labios aprieto  
y cierro mis ojos.
Te estrecho junto a mí
y despacio te beso
con un suave rumor
y te quedas quietito
escuchando qué pasa.
Todavía no sabes
que tu abuela te besa,
pero siempre sonríes
con tu boquita sin dientes,
tus labios de fresa
y tus ojos de luz.
Te gustan los besos
y te dejas abrazar.
Un último beso te doy
detrás de tu orejita
y me embriaga de amor
tu tierno olor a bebé.






Marta Alicia Pereyra
Morteros, 18-08-12

264. PREMIO-REGALO: LA PERCEPCIÓN DEL ARTE

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Este blog ama el Arte y trata de hacer Arte.




Mi querida amiga María del Carmen, Gata Coqueta,  autora del blog "MIS CARICIAS DEL ALMA"  me hizo llegar este regalo, que yo recibí con satisfacción y orgullo.

Gata Coqueta tiene un gran espíritu y generosidad que reúne a toda una constelación de blogueros con distintos intereses, pero con un afán de interactuar que es el instinto que nos humaniza: nuestra vida social.


-1º. Este obsequio requiere hacer una sencilla DEFINICIÓN DEL ARTE:


María del Carmen dijo:
El arte es el uso de la habilidad y la imaginación, para crear objetos, experiencias, melodías o entornos con el fin de lograr el placer estético en el observador. Se dice tradicionalmente que el arte alimenta el alma, y quienes lo afirman no se equivocan.
Al ver una obra de arte, uno se siente conmovido por ella, y puede llegar a sentir que se está transportando a otros lugares y tiempos, reales o imaginarios; el arte provoca sobrecogimiento. Se dice que la capacidad de distinguir lo hermoso de lo feo es una habilidad humana innata, pero la verdad es que los valores estéticos cambian de cultura en cultura, y algunos pensadores se han referido a la definición del arte como uno de los problemas más grandes de la filosofía; por lo mismo el arte y su percepción siempre serán subjetivos.

Por mi parte, agrego:
El arte, para mí, es una actividad catártica que canaliza esas ansias de incursionar en mundos diferentes con nuestra imaginación y con nuestra mente. Se suelen usar diferentes materias primas para lograr el producto artístico que debe tener como objetivo lograr el placer estético.

-2º.  El otro requerimiento es ser entregado a diez blogueros/as de nuestra amistad para que lo sigan repartiendo y fomentando el intercambio.

+Como todos mis visitantes son amigos, considero que todos los que quieran llevarlo, lo hagan aunque haré una nómina.

NÓMINA DE LOS ELEGIDOS PARA QUE SE LLEVEN ESTE PREMIO-REGALO:

- Cecilia Montoya del blog "Entre el cielo y la tierra"

-Marisa del blog "El rincón de mi niñez"

265. COMO MI VIDA... (Tiempo fugitivo)

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Foto: Liebe

Mientras los pájaros de las sombras
picoteaban las últimas estrellas,
el sol naufragó en una flor.
En su centro clavó sus rayos.
y como un escarabajo de luz
sonrió feliz a la vida.
Lo abrazaron las nubes de pétalos
y se embriagó con la dulce fragancia.

Yo pensé: “Encontré la brújula

de mi propia vida en esta flor.”

Luego, la carcajada de mi tiempo

no escapó a los puñales del reloj
que cortó mis días en gajos.
Y así, como avanzaron las horas,
la flor de mi juventud
dejó caer sus pétalos de nácar
en mi tinaja de ilusiones.

Sobre el viento de los números 

de aquellos romanos que ya no son,
el filo de las agujas de acero 
de aquel reloj infernal 
desangró mi vida.

Hoy, en el relámpago de un ritual,

martillé esa máquina,
pero el tiempo huyó
                           como las nubes,
                                   como las sombras…
                                                ¡Como mi vida!…



Morteros, 23-11-13

Marta Alicia Pereyra Buffaz

266. BESOS HAY

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El Beso: El fotógrafo Moisés González , la pareja de diseñadores de Kattaca (Carol Gamarra y Mario Ville), la maquilladora Yurema Villa y el peluquero Raúl Zarco se reunieron para crear esta recomposición digital de diversas obras de Gustav Klimt. 


Si besos hay,
me gustan jugosos,
tibios y cariñosos.
Un beso de menta
con miel y rumor.
Un beso que sea
de dócil almíbar,
un suave aleteo
que vuele muy alto,
que sea sincero.
Con los ojos cerrados
llegue hasta el alma
y allí anide y se quede 
para siempre escondido
y saborearlo hasta la eternidad.


"El beso" es una obra del pintor austriaco Gustav Klimt y probablemente su obra más conocida. 
Es un óleo sobre lienzo de 180 x 180 centímetros, realizado entre 1907-08.

Marta Alicia Pereyra
Morteros, 18-08-12






242. EL MENÚ

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Entre el follaje de la selva caminaban, agachados, unos doce o trece cazadores. Vestían trajes que cambiaban sus tonalidades y se camuflaban de acuerdo al sitio por donde pasaran. Sus botas anti-humedad e impenetrables al ataque de cualquier alimaña eran livianas a pesar de su indestructibilidad pues el material con que estaban hechas era de un avanzado diseño tecnológico. Sus armas certeras apuntaban a las presas que se agazapaban y escondían como podían entre la maraña o se subían a los árboles. Los acosados habían obtenido sorprendente agilidad al adaptarse a tantas persecuciones por los lugares más agrestes donde atinaban a esconderse que parecían responder a un exacerbado instinto de conservación de su especie.

Uno de los predadores se había apartado del grupo siguiendo a sus presas: una hembra joven y su pequeña cría. Ambas eran muy apreciadas por su tierna carne magra y su sabor delicado. La hembra era ágil y se escondía con desesperación entre los matorrales. La cría con la belleza de sus gordezuelas extremidades y una cabeza encantadora donde brillaban sus ojazos húmedos despertaba el apetito y la ansiedad del hambriento perseguidor que apuntaba y disparaba con torpeza sin acertar en los blancos. Pero la suerte lo acompañó porque la hembra resbaló por una barranca y dejó sin protección a su retoño que quedó inmóvil por el pánico. Apuntó con el arma y un proyectil certero y silencioso se incrustó en la frente de su víctima dibujando un hilo de sangre que manó lento desde la herida.
El individuo ató las extremidades de su trofeo de caza y fue a buscar el camino hacia el campamento.
Ya imaginaba el sabor de esa carne ternísima y joven mientras su boca se llenaba de secreciones. También planificaba el menú que degustaría con sus compañeros. Seguramente los otros no habían paladeado su victoria porque no era habitual encontrar crías tan pequeñas ya que permanecían escondidas en sus guaridas.
Unas gotas de lluvia que saltaban de hoja en hoja como festejando o, tal vez, lamentando ese final comenzaron a caer. A él no le importó porque su traje lo protegía y estaba exultante, pero apuró el paso y llegó en unos minutos al centro del campamento donde tenían la cocina y el comedor. Enseguida fueron apareciendo el resto de los cazadores con las piezas obtenidas, ninguno había traído cachorros. Entonces, sus camaradas lo vivaron por su éxito con gran estruendo y brutalidad.
Principiaron a abrir los cadáveres para sacarles las vísceras, depilarlos, lavarlos, luego los trozaron y colocaron en grandes bandejas, condimentaron con hierbas aromáticas que habían traído en cristalinos bols y las pusieron en varios hornos. Colocaron verduras y hortalizas frescas de increíbles colores verdiazul, rojo bermellón, anaranjado, violáceo y blanco cortadas con prolijidad y las aderezaron con un jugo cremoso.
Mientras esperaron que se cocinara la carne, se sirvieron una especie de cerveza espumosa y fresca de unos barrilitos. Con la bebida llenaron varias veces unos jarros hasta que rebalsaban cantando sus canciones a coro y chocándolos con una algarabía creciente. La carne ya iba desprendiendo un aroma que incitaba a saborearla.
La alegría por los resultados de la cacería más la que les brindaba las bebidas los hacían reír o algo semejante a carcajear alrededor de las mesas dispuestas en ese espacio de la barraca. Sobre manteles primorosos se lucía una vajilla extraña por sus materiales y formas.
Fue cesando la bulla y se disponían a servirse la carne de la cría en primer lugar con las raras verduras cuando se oyó un grito penetrante y desgarrador que rasgó el aire y los distrajo. Pesadamente se levantaron de sus asientos y se asomaron a la puerta. Desde el umbral pudieron observar a la hembra, madre de la pequeña cría que estaban por devorar, al frente de un grupo de sus congéneres.

Los cazadores estaban asombrados, nunca pensaron que los hombres iban a reaccionar y movilizarse acaudillados por una mujer a quien le habían arrebatado su amada hija. Los predadores sacaron sus armas y exterminaron a todo el grupo humano ya que habían venido desde el espacio exterior a colonizar el planeta Tierra. Ellos se consideraban superiores y nada estorbaría su objetivo. Además, los humanos eran un bocado exquisito y muy nutritivo. Aunque ese pequeño alzamiento era el primero, no sería el último.







Morteros, 05-07-10
Marta Alicia Pereyra


247. UNA PLUMA OSCURA

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La noche palpitaba sus secretos sobre la ciudad entredormida. Por un desperfecto en el servicio de energía eléctrica, las luces se habían apagado y la Vía Láctea tenía un temblor de plata en la negrura del cielo. El edificio de la Biblioteca Popular se erguía sobre el parque del antiguo ferrocarril. Los cristales de la sala de ingreso reflejaban algunos brillos tenues y dejaban ver unas oscuras siluetas. Eran las esculturas de alambre de acero que se exponían en el vestíbulo.

En las calles céntricas aparecieron algunos curiosos que salieron a observar las estrellas aprovechando la falta de luz eléctrica. Después, dirían que los pájaros que duermen en los árboles de la plaza levantaron un vuelo repentino a la medianoche. ¿Tal vez se asustaron? No hubo una explicación coherente para ello.
En los días subsiguientes, se dijo que varias personas del centro de la ciudad habían escuchado el trote o el galope de un caballo. Unos jóvenes dirían que, cuando volvían de una fiesta —tal vez demasiado alegres—, vieron o creyeron ver una sombra de alas en el cielo… ¿Un ave nocturna o varias volaban sobre sus cabezas?
En la Comisaría local hubo algunas denuncias a la mañana siguiente:
A las 9:15 se presentó una mujer desesperada y, con un nerviosismo apenas contenido, pero pudo explicar su caso: su pequeño hijo de cinco años, Manuel, no estaba en su cama cuando lo fue a despertar para ir al colegio. Lo buscaban desde hacía dos horas y no lo habían hallado en ningún lado. Temían por su vida.
A las 9:45 se presentaron en la misma Comisaría, la bibliotecaria de la Biblioteca Popular con la Presidenta de la Comisión Directiva para denunciar la rotura de la superficie vidriada de la entrada que da al sur en el edificio de la Biblioteca. Manifestaron su desconcierto porque, de las esculturas que se están exponiendo, faltaban la del Centauro y la del Pegaso. Ambas estatuas fueron encontrados en el jardín que da al oeste, cerca de la puerta del Auditorio. El hueco de los cristales rotos tiene una forma extraña, semejante a la de los mitológicos seres que no están en su sitio. Rogaron que se le conceda una guardia nocturna para la institución, aunque aseguraron que no había habido otro acto vandálico semejante.

A las 13, encontraron al niño, dormido debajo de un árbol en un bosquecillo de algarrobos, con una oscura pluma en sus manos. Él cuenta una historia —demasiado fantástica para ser verdad— sobre lo que le pasó: “Anoche, con un caballo que era un hombre al mismo tiempo, fuimos a pasear y, después, otro caballo con alas gigantes me llevó a jugar hasta la Luna y me trajo de regreso. Estoy muy cansado por tantos paseos divertidos.”


Casi siempre, la gente imagina muchas cosas durante un corte de energía eléctrica y renacen los miedos ancestrales a la oscuridad.



Esculturas de Fabián Villani http://www.facebook.com/profile.php?id=100000026993718



Marta Alicia Pereyra
Morteros, 04-08-11

259. SOLEDAD

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Taigi salió al porche arrastrando las pantuflas con un chasquido seco. Anunciaban que él era un largo y solitario fragmento de la eternidad. Se sentó en el escalón desgastado y sus ojos se demoraron en las mil lucecitas que brillaban y perforaban la oscuridad de la noche calurosa.

-¡Mira las luciérnagas!- exclamó.


Después se dio cuenta de que estaba solo. Ella ya no estaba.
“¿Sería una luciérnaga?”-pensó y siguió pensando en ella hasta que se durmió.





Marta Alicia Pereyra
Morteros, 20-11-11




Este haiku fue mi fuente de inspiración:


Luciérnaga en vuelo;
¡mira! iba a decir, pero
estoy solo.


Taigi

.



152. EL GUERRERO ÁGUILA

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Guerrero águila mexica o azteca.




Estoy tendido en el suelo. Mi tórax se mueve lentamente aunque, con dificultad, pasa el aire por mis fosas nasales y mi boca apenas entreabierta. El polvo de la madre Tierra se ha pegado en mi vestimenta que se va impregnando de la tibia sangre que mana de mis heridas. Nadie sabe aún mi identidad ni yo mismo la recuerdo ni la de los otros que cayeron y yacen heridos o ya han expirado.
Olvido el dolor y comienzo a recordar unos versos de los antiguos guerreros que aprendí en mi niñez:
                                                                 “Todos podemos
                                                                 volar como águilas.
                                                                 Volando sobre la Tierra,
                                                                 circulando el Universo
                                                                 con alas de blanca luz.”

He sido herido por doce enemigos feroces, pero no estoy ofendido ni temo a la muerte. Soy un guerrero y sé que voy al encuentro de mí mismo y al encuentro de mi Padre. Esta es mi guerra florida, la guerra contra mí mismo. Creo que hice méritos desde mi corazón. Este es mi destino. La vida me ha retado a luchar y ahora estoy muriendo. Toda mi vida pasa por mi mente para despedirme y prepararme para renacer. Mi corazón siente la agonía y espero. Mi pasado viene a mí y recuerdo ciento una batallas, mi preparación como guerrero, los duros ejercicios y las privaciones. Fui elegido entre muchos jóvenes de mi pueblo. Hice votos, prometí defender mi tierra y morir por ella. Mi dios es el Sol. He sido y muero como un guerrero águila, un “cuauhpilli”.
Rememoro cuando, a los catorce años, comencé mi aprendizaje como guerrero y mi iniciación fue la captura de cinco enemigos como prisioneros para sacrificarlos a los dioses. Me acompañó la suerte y mi brazo era fuerte. Fui explorador, espía de ojo avizor y mensajero.
A la ceremonia de mi consagración como guerrero águila asistió todo el pueblo mexica. Soy de sangre noble y estaba ataviado con mi tocado de largas plumas adheridas en una formidable cabeza de águila real, manifestación de mi Padre, con el pico corvo sobre mi rostro. Mi traje emplumado me fortalece. En mi mano izquierda, el escudo y en mi diestra, la espada de madera con navajas de obsidiana, arco, flechas y navajas. Mis piernas y pies protegidos y ágiles.
He cuidado mi fuego interior, cumplí mi misión y quiero recibir la luz y el calor del Padre. Estoy listo…

*********
Guerreros águila y jaguar.

Noticia de último momento de la agencia Notimex: “En el día de ayer fueron asesinados quince efectivos policiales en la ciudad de Culiacán del estado de Sinaloa por sicarios narcos del cartel de Sinaloa. Entre los cadáveres, fue encontrado el del sargento Federico Hipólito Fernández Agüero (40) a cargo del operativo. Cuando se le realizó la autopsia, se le encontró una extraña prenda: un chaleco de plumas de águila real, símbolo nacional de México y fuente de innumerables leyendas.”


Marta Alicia Pereyra
Morteros, 20-09-11

267. QUISIERA

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Quisiera esta noche sombría
ver el brillo de los astros reír,
que la luna creciente se refleje
en el cristal de tus ojos otra vez 
y mirar cómo crece la aurora
y que el rocío humedezca tu piel;
que los pájaros te despierten
y que te rocen los rayos del sol;
que sientas del viento, el frescor
y de la tierra reseca, el olor
y que oigas las gotas de lluvia caer.

Solo esto quisiera tener,
pero el pasado no puede volver.



Marta Alicia Pereyra Buffaz
Morteros, 20-05-15

268. SI YA TE HAS IDO…(tópico literario: tiempo fugitivo)

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Foto: Liebe
Certamen Luz y Poesía-poema basado en esta foto.


Si todo pasa,
si el tiempo vuela
como las nubes,
como las sombras…
¿Por qué tus ojos zarcos miran entre la bruma
de la vereda de mis secretos?

Si la vida fluye
como el agua del río,
como la sangre en las venas,
como la lava del volcán…
¿Por qué busco el eco líquido de tus besos
en el chisporroteo de mis sueños?

Si la rosa soberbia
y la cándida margarita
se marchitan ebrias de sol
y sus pétalos caen vencidos
como mi lozanía…
¿Por qué huelo tu piel tibia de asombros
mientras se duerme mi nostalgia?

Si el fuego se extingue
y al humo lo desmigaja el viento
como se resbalan mis recuerdos
en el tobogán del olvido…
¿Por qué tu rostro se inclina con ternura
y me sonríes en la iridiscencia del tiempo?

Si la arena se escurre entre mis dedos
y las voces se apagan
como huyen mis palabras en las alas del crepúsculo…
¿Por qué mi amor por vos sigue buscando
en el remanso de mi memoria
si ya te has ido?



Marta Alicia Pereyra Buffaz
Morteros, 15-11-13

242. EL MENÚ

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Entre el follaje de la selva caminaban, agachados, unos doce o trece cazadores. Vestían trajes que cambiaban sus tonalidades y se camuflaban de acuerdo al sitio por donde pasaran. Sus botas anti-humedad e impenetrables al ataque de cualquier alimaña eran livianas a pesar de su indestructibilidad pues el material con que estaban hechas era de un avanzado diseño tecnológico. Sus armas certeras apuntaban a las presas que se agazapaban y escondían como podían entre la maraña o se subían a los árboles. Los acosados habían obtenido sorprendente agilidad al adaptarse a tantas persecuciones por los lugares más agrestes donde atinaban a esconderse que parecían responder a un exacerbado instinto de conservación de su especie.

Uno de los predadores se había apartado del grupo siguiendo a sus presas: una hembra joven y su pequeña cría. Ambas eran muy apreciadas por su tierna carne magra y su sabor delicado. La hembra era ágil y se escondía con desesperación entre los matorrales. La cría con la belleza de sus gordezuelas extremidades y una cabeza encantadora donde brillaban sus ojazos húmedos despertaba el apetito y la ansiedad del hambriento perseguidor que apuntaba y disparaba con torpeza sin acertar en los blancos. Pero la suerte lo acompañó porque la hembra resbaló por una barranca y dejó sin protección a su retoño que quedó inmóvil por el pánico. Apuntó con el arma y un proyectil certero y silencioso se incrustó en la frente de su víctima dibujando un hilo de sangre que manó lento desde la herida.
El individuo ató las extremidades de su trofeo de caza y fue a buscar el camino hacia el campamento.
Ya imaginaba el sabor de esa carne ternísima y joven mientras su boca se llenaba de secreciones. También planificaba el menú que degustaría con sus compañeros. Seguramente los otros no habían paladeado su victoria porque no era habitual encontrar crías tan pequeñas ya que permanecían escondidas en sus guaridas.
Unas gotas de lluvia que saltaban de hoja en hoja como festejando o, tal vez, lamentando ese final comenzaron a caer. A él no le importó porque su traje lo protegía y estaba exultante, pero apuró el paso y llegó en unos minutos al centro del campamento donde tenían la cocina y el comedor. Enseguida fueron apareciendo el resto de los cazadores con las piezas obtenidas, ninguno había traído cachorros. Entonces, sus camaradas lo vivaron por su éxito con gran estruendo y brutalidad.
Principiaron a abrir los cadáveres para sacarles las vísceras, depilarlos, lavarlos, luego los trozaron y colocaron en grandes bandejas, condimentaron con hierbas aromáticas que habían traído en cristalinos bols y las pusieron en varios hornos. Colocaron verduras y hortalizas frescas de increíbles colores verdiazul, rojo bermellón, anaranjado, violáceo y blanco cortadas con prolijidad y las aderezaron con un jugo cremoso.
Mientras esperaron que se cocinara la carne, se sirvieron una especie de cerveza espumosa y fresca de unos barrilitos. Con la bebida llenaron varias veces unos jarros hasta que rebalsaban cantando sus canciones a coro y chocándolos con una algarabía creciente. La carne ya iba desprendiendo un aroma que incitaba a saborearla.
La alegría por los resultados de la cacería más la que les brindaba las bebidas los hacían reír o algo semejante a carcajear alrededor de las mesas dispuestas en ese espacio de la barraca. Sobre manteles primorosos se lucía una vajilla extraña por sus materiales y formas.
Fue cesando la bulla y se disponían a servirse la carne de la cría en primer lugar con las raras verduras cuando se oyó un grito penetrante y desgarrador que rasgó el aire y los distrajo. Pesadamente se levantaron de sus asientos y se asomaron a la puerta. Desde el umbral pudieron observar a la hembra, madre de la pequeña cría que estaban por devorar, al frente de un grupo de sus congéneres.

Los cazadores estaban asombrados, nunca pensaron que los hombres iban a reaccionar y movilizarse acaudillados por una mujer a quien le habían arrebatado su amada hija. Los predadores sacaron sus armas y exterminaron a todo el grupo humano ya que habían venido desde el espacio exterior a colonizar el planeta Tierra. Ellos se consideraban superiores y nada estorbaría su objetivo. Además, los humanos eran un bocado exquisito y muy nutritivo. Aunque ese pequeño alzamiento era el primero, no sería el último.







Morteros, 05-07-10
Marta Alicia Pereyra

243. El pintor

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En mayo, él tuvo bastantes fuerzas para levantarse de su cama, pero no logró reanimarse ni con la belleza del paraje que observaba en el rectángulo de su ventana. Había sido un renombrado pintor de animales, sin embargo hacía mucho tiempo que no podía vender ni un pequeño cuadro. Estaba desilusionado.
Después de unos días de ausencia volvió su esposa y le contó historias sobre el intento de secuestro de una mujer que había fallecido en esos días y el accionar de los detectives de la ciudad. Su esposa no recordaba el nombre de la víctima que hacía varios años que vivía sola con un cuzquito ordinario en la costanera del río. Esa dama solía caminar bajo el sol de la mañana o a la sombra de los jacarandaes del parque con el perrito. El animal había mordido a los delincuentes que la atacaron y por eso fueron apresados. 
El pintor escuchó atentamente las noticias que le trajo su esposa, pero luego su mente retornó al pasado y recordó quién era la mujer de ese caso policial, porque él la había retratado con un quisquilloso caniche. Recordó cómo se había sentido atraído por sus delicados tobillos sonrosados que sostenían la armonía de sus formas. Él había sentido una pasión tan profunda que lo había desbordado y sus fantasías lo llevaban a eróticas ensoñaciones. Le había confesado a ella su amor en las últimas sesiones, pero ella lo había rechazado con una risa tan burlona que él sintió que su corazón se rompía en pedazos y se derrumbaban en el suelo. Su ilusión y su vergüenza ya las había superado, pero nunca la había olvidado. Todavía guardaba los bocetos que le hiciera, como una reliquia. Después él se casó con su fiel secretaria, pero nunca olvidó a la dama del perrito.
Ahora, podría cerrar ese capítulo de su vida porque ella ya había muerto. Tal vez, la brisa de la mañana le traiga nuevas ilusiones y pueda reinventar su arte en su pequeño mundo. Tal vez no le resulte fácil.


Marta Alicia Pereyra
Morteros, 16-11-10





RELATO PREVIO QUE CORTÉ EN 4 PARTES O CUARTOS Y REARMÉ DE OTRA FORMA

EL PERRITO
En una comarca de cuyo nombre no me puedo acordar, hace ya muchos años, vivía un hombre a quien le gustaba pintar extraños cuadros. El hombre vivía solo con su perro, un cuzquito ordinario que lo seguía a sol y a sombra.
Un día vino una dama muy elegante para que la retratara, pero al perrito no le cayó simpática y la mordió en un tobillo con tan mala suerte que la mujer cayó al suelo y se desmayó por el shock. El pintor, bastante entrado en años, apenas si tuvo fuerzas para levantarla y acostarla en una cama. Allí la atendió por una hora, pero no logró reanimarla. Ella parecía dormida, una bella durmiente en aquel lejano paraje. El pintor reprendió, castigó al animal y lo puso afuera. 
Después de unas horas, vinieron los familiares de la mujer y trajeron a la policía. El despliegue de detectives, patrulleros y curiosos fue tremendo. El pintor solitario fue acusado de secuestro y se averiguaron sus antecedentes.
La mujer falleció al cabo de dos meses sin haber recobrado el conocimiento.





240. PERSEO, UN HÉROE MÍTICO (Renarración del mito de Perseo)

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Perseo (1554), bronce 320 cm altura del florentino Benvenuto Cellini (1500-1571).
El Perseo degollando a Medusa, fundido en 1554 a su retorno de Francia, es, no sólo por la gallarda actitud del héroe, personificación del triunfo de Cosme I de Médicis sobre sus oponentes republicanos, sino también por el elaborado pedestal marmóreo con arpías y máscaras entre las que se abren cuatro hornacinas con dinámicas y elegantísimas figuras alusivas al mito de Perseo, una de las cimas expresivas del Manierismo maduro, excelso en el relieve de La Liberación de Andrómeda hoy en el Museo Bargello.


Los griegos antiguos contaban que en Argos, ciudad de la península del Peloponeso, vivía el rey Acrisio, hijo de Abante y Aglaya, con su preciosa hija llamada Dánae. Un día, el rey preguntó al oráculo por qué no tenía hijos varones y le respondió que no los tendría, pero que se cuidara porque su único nieto le causaría la muerte.

Entonces, Acrisio tomó la cruel precaución de confinar a su hija púber con su nodriza en una torre, pero fue en vano porque el enamoradizo Zeuz, dios del cielo y el trueno, la descubrió, se prendó de su belleza y se presentó ante ella como una envolvente lluvia de oro, la fecundó y le dio un hijo al que llamó Perseo. El sirviente que les llevaba los alimentos, escuchó el llanto del niño y alertó a Acrisio quien, aterrorizado ante el nacimiento de su nieto, decidió acabar con ellos y los encerró en un arca de madera que arrojó al mar para que se ahogaran. Para ayudar a su hijo, Zeuz le pidió a su hermano Poseidón, dios del mar, que calmara las aguas y los condujera a tierra. El arca llegó a la playa de la isla Sérifos donde un pescador llamado Dictis los halló, les dio refugio y crió al niño como a un hijo. El tirano de la isla, Polidectes, hermano del pescador, se apasionó por la hermosa Dánae y la quiso hacer su concubina, pero ella no aceptó. Para librarse de Perseo, que contaba 16 años, y le impedía tomar por la fuerza a su madre, Polidectes le exigió un caballo de regalo, pero como el muchacho era pobre, le prometió que le traería la cabeza de la Medusa, la única mortal de las tres espantosas Gorgonas con serpientes en lugar de cabellos, garras y dientes de jabalíes que podía convertir en piedra a quienes las miraran. El tirano aceptó con entusiasmo porque estaba seguro del fin del joven. Como Perseo amaba profundamente a su madre y era un joven valiente y sensible, emprendió el camino. Zeuz, su padre, lo protegió en su empresa y solicitó la ayuda de Hermes, el mensajero de los dioses, que le dio una hoz de bronce para que le cortara la cabeza a Medusa. Atenea le regaló un escudo tan brillante como un espejo y le aconsejó sobre las tareas que debía realizar.

En seguida, Perseo fue a ver a las hijas de Forcis, las Grayas, que vivían en el monte Atlas y eran tres viejas brujas guardianas del camino que llevaba hacia sus hermanas, las Gorgonas. Esta trinidad tenía un solo ojo y un solo diente para las tres; cuando una de ellas los usaba, las otras dos dormían así que él se los sacó con la falsa promesa de su devolución, así fue como ellas le confesaron dónde residía Medusa; luego, el trío se quedó dormido.

Pero Perseo necesitaba y obtuvo algunas cosas más que guardaban las náyades o ninfas de la laguna Estigia: unas sandalias con alas para poder volar, un zurrón mágico para guardar la cabeza de Medusa y el casco del dios Hades que hacía invisible a quien lo llevara.

Llevando todos los objetos que consiguió voló con sus sandalias al país de los Hiperbóreos, donde estaban las Gorgonas dormidas entre los restos de los hombres que se habían quedado petrificados por mirarlas. Cuidando de no despertarlas y usando su escudo como espejo para no mirarlas directamente a la cara, buscó a Medusa. Una vez reconocida, una de las serpientes de la melena se sobresaltó despabilándola; sin embargo, antes de que pudiera darse cuenta de su presencia, se colocó el casco que le proveía la invisibilidad, de manera que al no ver nada fuera de lo común, retornó a su sueño. Una vez que se halló dormida, Perseo la decapitó con la hoz de Hermes; luego, de su cuello o de su sangre nacieron Pegaso, el caballo alado, y el guerrero Crisaor, como hijos de Poseidón.

Perseo de B. Cellini: detalle de Medusa.

Ya de regreso, Perseo se encontró con el titán Atlas, condenado a cargar con el peso de los cielos en sus hombros. Al verlo, el titán le pidió ayuda para acabar con su insoportable sufrimiento, suplicándole que le permitiera ver la cabeza de Medusa. Perseo se apiadó y le mostró la cabeza del monstruo. Así, Atlas quedó convertido en la montaña que lleva su nombre.

El héroe continuó con su camino de regreso, pero, mientras sobrevolaba por Etiopía, pudo ver a una desnuda muchacha de extremada belleza que lloraba encadenada a una roca. Cuando se le acercó, ella le confesó que se llamaba Andrómeda, hija de Cefeo, rey de Etiopía y de Casiopea. Su castigo se debía a que su madre, estimó que ellas eran más bellas que cualquiera de las ninfas del mar y esas palabras despertaron la ira de las deidades del océano que se quejaron ante Poseidón, quien respondió provocando tempestades y tormentas y creando a Cetus, un monstruo que devoraba a quien encontrase en su camino. Para acabar con esta situación, el rey Cefeo consultó al oráculo quien le indicó que debía inmolarle a la bestia, a su única hija Andrómeda y así lo había hecho. Mientras ella le refería sus penurias, entre las olas del mar apareció un monstruo que avanzaba hacia Andrómeda. Entonces, Perseo con sus sandalias voladoras o, tal vez, cabalgando sobre Pegaso, se elevó muy alto en el cielo y se arrojó sobre la bestia, sacó la cabeza de Medusa, confundió a Cetus y lo decapitó con un golpe de hoz y se hundió en las aguas. Entonces, Perseo liberó a Andrómeda y la llevó con sus padres quienes aceptaron que se casaran, aunque después de derrotar a Pireo, un pretendiente de su amada, y sus soldados mostrándoles la cabeza de Medusa, los convirtió en piedras; antes les había ordenado a los suyos que cerraran los ojos.

Perseo se apresuró a volver a Sérifos donde se encontraba su madre Dánae refugiada en un templo porque Polidectes no había cumplido su palabra de no perseguirla. Lleno de ira, fue a buscar a su enemigo quien estaba ofreciendo un banquete; una vez delante de él, sacó la cabeza de Medusa y los convirtió en un círculo de pedruscos.

Luego, le regaló la cabeza de Medusa a Atenea, que desde entonces la luce en su escudo, y le pidió a Hermes que devolviera el casco, el zurrón y las sandalias a las náyades o ninfas de la laguna Estigia.

Perseo y Andrómeda se fueron a Argos a conocer a Acrisio, abuelo de Perseo. Cuando Acrisio se enteró de que su nieto estaba por regresar, huyó de Argos hacia Larisa, en Tesalia para evitar la profecía.

Perseo no pudo conocer a su abuelo. Pero un día fue invitado a tomar parte en unos juegos fúnebres organizados por el rey Teutámides de Larisa, donde también había asistido su abuelo Acrisio que estaba entre los espectadores sin saber que su nieto era uno de los competidores. Cuando le llegó el turno del lanzamiento del disco, un golpe de viento enviado por los dioses desvió el disco de Perseo hacia la cabeza de su abuelo. El golpe le causó la muerte y así se cumplió la predicción del oráculo.

Perseo sintió tanta pena que no quiso seguir gobernando su legítimo reino, Argos. Por eso, intercambió los reinos con su vecino y tío, y construyó para sí la ciudad poderosa de Micenas, en la que vivió largo tiempo con su familia. Cuando murieron, Zeus los convirtió en las constelaciones que tienen sus nombres.






Marta A. Pereyra
Morteros, 03-05-10

241. NOS QUEDÓ EL VACÍO

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Él sintió que sus ilusiones iban despeñándose una a una y las astillas de la desesperación se le clavaban en el alma.

La mujer, en su desamor, fue cruel y lo traicionó exigiendo una felicidad que fue sólo una quimera que buscó en amoríos. Tal vez, al hijo nunca llegó a sentirlo suyo por esas palabras tóxicas que ella le arrojaba. Sus obligaciones de la rutina cotidiana lo invadían noche tras noche y en un nudo de melancolía se estragaba su mente en insomnes madrugadas por un laberinto de vueltas a ciegas en un lecho de condenado. ¿De qué le sirvieron sus trabajos, sus luchas, su generosidad, su credo? ¿Cuántos sentimientos se hundieron en marismas de desesperanzas? ¡Cómo saberlo! Sólo adivinarlo en un ceño desamparado, en unas expresiones en penumbra. Ya sin anhelos, violentado por seres sin conciencia y sin piedad que le exigían eso que lo había abandonado: el arraigo en la vida y la batalla por sobrevivir como esclavo de sus mezquindades, optó por salir del escenario diciendo “¡Basta!”. Allí había interpretado sus roles con la ingenuidad y la humildad de los seres anónimos y pequeños iluminando muchas vidas con sonrisas, gracias, alegrías y picardías juveniles.

La fantasía de ir en pos de un paraíso donde se encontraría con los queridos antepasados sin traiciones ni desamores, lo llevó a quitarse lo más valioso en un hecho irreversible que lo hundió y nos arrojó al vacío del suicidio. En aquel páramo de la serranía huyó la sangre que se llevó su vida, se la tragó la tierra hambrienta y nos quedó el vacío. Sólo el vacío de su ausencia.

269. ADRIANA, UNA SEÑO SIN IGUAL

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Para Adriana Patricia Serafín, docente, jubilada el 22-10-15


En los ’80 te conocí
bajo el tenue fulgor del sol
en las galerías de la In’Aebnit.
¡Éramos dueñas de la juventud,
de los sueños y de la ilusión
por esos niños del ayer;
hombres y mujeres, hoy!

Venías con tus ojos dibujados de anécdotas
del viento y el océano de Comodoro Rivadavia…
Hasta un pingüino te trajiste,
protagonista infaltable
con su simpatía embalsamada
en las clases de geografía.
Los chicos se asombraban
y yo soñaba con viajes por el sur.
Tu preocupación por algunos pequeños
revolotea en ecos y no la olvidaré.
Aquel Gustavito te tenía a maltraer
y hasta ahora te recuerda con amor.
Tus fascinaciones, tus interrogantes,
tus tristezas y alegrías fueron nuestras.
Por tu cabecita rubia navegaban
espigas de ideales y racimos de esperanzas…
Cuando te acechaban espinas de ansiedad
buscabas a tu aliado inseparable:
el exilio en tu cigarrillo.
La alquimia de tu amistad y tu lealtad
me ganaban siempre,
pero no dejábamos de discutir
nuestros puntos de vista.
Tu corazón siempre fue de tus hijas
que te regalaron la magia de ser abuela.

Ahora vivirás otros tiempos,
atrás queda el duende con tu nombre
en la querida escuela de Beiro Este.
Ella también fue mía y la llevo en mi corazón.
¡Misión cumplida, Adriana!
Prepárate a transitar otros senderos
y sé que tu viaje será un relámpago
de universos de recuerdos y nuevas travesías.
Caricias de la luz del tiempo
renacerán en tus nuevos proyectos,
podrás recoger tu siembra
y muchos seguirán tu huella.


Marta Alicia Pereyra Buffaz, Morteros, 12-11-15

259. SOLEDAD

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Taigi salió al porche arrastrando las pantuflas con un chasquido seco. Anunciaban que él era un largo y solitario fragmento de la eternidad. Se sentó en el escalón desgastado y sus ojos se demoraron en las mil lucecitas que brillaban y perforaban la oscuridad de la noche calurosa.

-¡Mira las luciérnagas!- exclamó.


Después se dio cuenta de que estaba solo. Ella ya no estaba.
“¿Sería una luciérnaga?”-pensó y siguió pensando en ella hasta que se durmió.





Marta Alicia Pereyra
Morteros, 20-11-11




Este haiku fue mi fuente de inspiración:


Luciérnaga en vuelo;
¡mira! iba a decir, pero
estoy solo.


Taigi

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262. LEYENDA DE LA TIPA (TIPUANA TIPU)

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Tipa Tree (Tipuana tipu)

(Esta leyenda es de mi autoría, no es transcripción de una leyenda ya inventada.)

Los conquistadores y colonizadores españoles orillaron el chaco salteño  (Argentina y Paraguay) y a cada paso se asombraban de la belleza de esas selvas, ríos y del piedemonte de la Cordillera Subandina. Allá por 1580, consideraron que era el paso obligado para ir en búsqueda de nuevos caminos para el transporte de la plata boliviana, encontrar más metales preciosos y abrir nuevas rutas desde Lima hasta Buenos Aires. Estos fragmentos de paraísos donde no faltaba una abundante fauna salvaje estaban habitados por grupos de wichis o apodados despectivamente “matacos” por los quechuas.

Fue en esos días de trajinar lugares exóticos que surgieron historias, crónicas y cartas que anoticiaban de las novedades en estos parajes. Una de esas historias pasó de boca en boca y había comenzado el día en que un joven andaluz llamado Felipe se enamoró de una bella indiecita. La hizo su mujer y convivieron mientras él estuvo por la zona, pero después fue enviado a otros destinos, aunque antes de partir, le enseñó a leer y escribir en castellano. Ella se llamaba Tipuán y se quedó sola con sus dos hijos; lo extrañaron tanto que no dejó de enviarle cartas con cuanto viajero pasaba por esos pagos, también se las envió por medio de aves mensajeras.
Mientras tanto, su esposo seguía explorando nuevos territorios en los que halló otros paraísos donde se dejó seducir por exóticas amantes. También navegó por mares en días de calma o cuando la borrasca amenazaba con enviarlo hasta el fondo marino.

Mucho tiempo después, cuando él descubrió el camino de vuelta a su hogar, casi borrado de su memoria, encontró a Tipuán en aquel familiar paraje de ensueño en singular y misteriosa metamorfosis. Felipe atestiguó con asombro que ella, después de tanto tiempo de angustiosa espera, había comenzado a dilatar sus piernas y pies cuyos dedos enraizaron cerca del arroyo y su precioso cuerpecito fue adquiriendo una áspera esbeltez vegetal. De sus brazos, manos y dedos, que seguían rogando a sus dioses del cielo por el regreso de su amado, fueron brotando ramas que se cubrían de hermosas flores amarillas que empezaron a caer llevadas por la brisa y formaron una alfombra de oro sobre la hierba. Luego se cubrió de verdes hojas y más tarde comenzaron a gotear de su follaje lágrimas y sus semillas aladas se dispersaron por un extenso territorio. Sus hijos no estaban ajenos a esos cambios que veían con sus ojitos incrédulos, y enlazaron la extraña forma maternal que iba cambiando con sus tiernos bracitos. Así también ellos se ponían bajo el influjo inexplicable de su propia metamorfosis: se iban transmutando en enredaderas y epífitas que subían, amorosas, por el tronco áspero del nuevo ser que había aparecido: un árbol que sería denominado “tipa o tipuana tipu”.
El marido, cansado de tantas aventuras y anonadado por el cambio sufrido por su familia, se fue quedando dormido sobre el suave colchón de flores amarillas… Dicen que nunca más se despertó.

Esta historia fue rodando de tribu en tribu hasta llegar a los oídos de los europeos que explicaron el significado de esta metamorfosis, si es que se cuenta lo que ocurrió verdaderamente. La tipa representa a esa indiecita enamorada que permanecerá esperando a su amado y enviándole mensajes (las flores y las semillas encerradas en pequeñas alas) para que vuelva a su lado. Las gotas que caen son las lágrimas por el amor ausente y las enredaderas y epífitas que la visten, son sus hijos amados que la abrazan. Se dice que este árbol, originario de Argentina, Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay, sigue llevando mensajes amorosos a plazas, avenidas y jardines de muchos sitios del mundo y pinta de oro con su manto precioso donde duerme para siempre ese esposo ingrato.


tipa tipuana


Marta Alicia Pereyra
Morteros, 29-11-11
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